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domingo, 7 de marzo de 2010

Contrato de Alas Negras - Niña

Casi estaba llorando, era solo una niña de no mas de ocho años sentada en la banca de una plaza apestada de vagos y flaites, más de la mitad de ellos ya tendrían antecedentes penales, pero ella, ella era como un ángel con su luminosidad apagada, un ángel que llora, una princesa que nunca fue rescatada, era ella tan bella, tan celestial, demasiado celestial; los demás la verían como una niña maltratada, demacrada y triste, yo la veía como la personita más luminosa que jamás vi.
Que importa, mi problema no era, gracias por darme ese momento, pero no estoy para tu tiempo, o mejor dicho, es mejor que no ocupes tu tiempo en mí, chicas como tú habrán una por cuadra en esta gris ciudad cada vez mas inculta, espero no hayas aceptado tu destino porque te veo sola, muy sola en el futuro, quizás demasiado sola.
Sollozó, algo dentro de mi estremeció, que incomodo; la observé de reojo y un escalofrío me invadió, me estaba observando con sus grandes y oscuros ojos llorosos, las lagrimas se deslizaban por sus rellenas mejillas, estaba conteniendo su sollozo; su mirada representaba sorpresa y admiración, una leve curva se formó en sus labios y antes de yo poder reaccionar se había levantado y abalanzado hacia mi, si cabeza estaba apoyada sobre mis pechos y ahora lloraba sin contención, me humedecía mi polera y se ferraba de mi cintura. ¡No sabia que hacer! la abracé levemente, yo no era de dar abrazos, realmente yo no era de contacto pero eso no le impedía a esa niña aferrarse de mí y llorar como nunca.
La senté en la banca que estaba y yo me senté junto a ella, la separé de mi y antes de poder preguntar ella me dijo con una sonrisa en su tierno rostro:
- Tú eres mi ángel ¿Verdad? ¡Eres un ángel!
Me descubrió ¡Claro! Yo era su ángel de la guarda que había bajado del cielo para protegerla, maldita pendeja que me vio cara de sirviente.
- Tus alas son negras pero eres un ángel ¿Verdad? Mi ángel...
¡Mierda! ¿Que rayos esta pasando? Ahora si me cargo a esta pendeja, vio lo que no tenia que ver, pero si ella podía ver las alas... ¿Los demás niños también las verían? ¡Locura! No era yo conciente de mi segunda conciencia y aun asi tenia que ocultar todo de ella, y esta niña podía verla ¿que hacia yo con ella?
- ¿Cual es tu nombre? - le pregunté
- Javiera, ¿tu eres mi ángel de la guarda?
Niña... ¿Que cosas te meten en la cabeza? No importa, nos desarrollamos en una sociedad que debe creer en otros para poder confiar en uno mismo, si no existiera para ti ese "angelito tuyo" seguramente no tendrías esperanzas de "algo mejor". No importaba lo que pensara, todos eran iguales, ahora solo me interesaba que rayos veía de mi y porque.
- No, no lo soy, dime que mas vez además de mis alas
Me quedo mirando algo confundida y luego me observó como descubriendo algo nuevo, prontamente respondió diciendo:
- Ohm... Tu pelo blanco, tus ojos blancos, tú...
Cerré los ojos, con eso me bastaba, no necesitaba más, era mucho más de lo que cualquiera había respondido, esto ya no me incumbía...

Desperté a la fuerza pero era necesario, algo ocurría y debía controlarlo. Frente a mi se encontraba una niña con un rostro tan angelical y un aire tan celestial, con tanta vitalidad y ternura, pero había en su cuerpo golpes de la vida, más que marcas, sentimientos. Estábamos ambas sentadas en una banca de plaza, al rededor seres que no me interesaban.
Sus ojos me ven, sus grandes y llorosos ojos me ven completamente, hasta lo que oculto.
- ¿Cual es tu nombre? - le pregunté
- Javiera, ¿Tu eres mi ángel de la guarda?
- No, no lo soy, pero quizás pueda serlo
- ¿Como?
- Llámame Nee - le sonreí y acaricie el cabello - ¿Quieres un helado?
- ¡Si! pero...
- Hoy sin peros - la interrumpí - Hoy seré tu ángel
Me observó como niña esperanzada y tomándole la mano fuimos a una heladería algo lejana a ese lugar, ella pidió algo bastante pobre, yo no necesitaba comer, no tenía apetito. Nos sentamos en unas bancas por ahí y mientras ella comía animadamente su helado con sus ojos ya secos, yo le dije:
- Eres la única que puede ver que soy un ángel y no se porque pero es una suerte que lo hagas porque hoy vamos a hacer lo que tu quieras
- ¡¿Enserio?!
- Si, claro, pero vamos por partes, primero debes comerte tu helado
Y así descubriré porque rayos puedes ver mi verdadera forma, además debo mantenerte controlada, si abres la boca tu corazón deja de latir y aun siendo una niña, será de manera muy cruel. No había descartado la idea de que niños pequeños me pudiesen observar, seria bastante caótico si así fuera, al igual que el aura, sus puros ojos pueden ver más de lo que la gente ordinaria ve.
- Nee, ¿Tu nombre es Nee? - me sacó de mis pensamientos
- No, no lo es, pero mi nombre no lo vas a saber, confórmate con llamarme Nee
- ¿Y eres un ángel?
Había gente cerca de nosotros caminando, no me interesaba, aunque dijese que era un experimento mal controlado y que ahora podría ser un arma satánica nadie me creería, nadie excepto esa niña.
- En parte lo soy
- ¿Y por que tus alas son negras?
Paciencia no me faltaba, pero comenzaba a molestarme el echo de que obtuviera menos respuestas de las que yo daba, normalmente era todo lo contrario.
- Porque hago magia negra
Esperaba dejarla callada, obtuve una mirada de pánico, quizás saldría corriendo.
- ¿Pero eso no es malo?
Mis esperanzas a la borda.
- Aun eres muy pequeña para entender - le di unas palmaditas en la cabeza
Ella me quitó la mano y firmemente dijo:
- ¡No soy una niña! ¡Apuesto a que si lo puedo entender!
Su mirada desafiante era cautivadora, era muy divertida al parecer, yo también la observe desafiante y rápidamente cambio su postura a una defensiva y muy tímida diciendo:
- Lo siento
A esta niña no la dejaban opinar eso estaba claro, "cuando los adultos hablan, los chicos se callan" en ella esa frase estaba muy clara, inclusive no dudaría que marcada de morado en su brazo o su pierna.
Era hora de cambiar de tema, ya se había comido su helado y aquel día era para ganarme su confianza, así que procedí a preguntarle:
- ¿Que quieres hacer ahora?
- Pues yo... - respondió débilmente
- ¡Vamos! ¡Con confianza! Hoy es tu día - le sonreí
Ella me miro con desconfianza y luego con signos de gracias.
- ¿Podemos ir a los juegos?
- ¡Claro! ¡Vamos!
Se refería a unos juegos de metal que no se encontraban muy lejos, los más clásicos, el resvalín, el columpio, el sube y baja y otros que no me interesaban. Estuvimos allí bastante rato, bastante fatigante por tener que reír y sonreír cada tres segundos, si con una vez a la semana me bastaba, allí estaba colapsando.
El día ya estaba acabando para una criatura como ella, sus energías se agotaban y su animo decrecía, cada minuto notaba que decaía un poco más hasta que la sonrisa no lleno mas su rostro y no pude volver a hacerla aparecer.
El sol comenzaba a esconderse y al parecer ella también debía regresar a donde ya no la tuviera a la vista.
- Ya me tengo que ir - dijo decaída
La miré, sus ojitos padecían, su rostro padecía, ella padecía pero no era yo quien le quitara esa agonía, yo no debía involucrarme en su vida, no debía, no tenia, y aun así la tenia frente a mí, sacándola de su vida, involucrándome con ella. Sus enormes ojos me observaban ahora diciéndome silenciosamente "Tú eres un ángel, tú sabes que me ocurrirá, dime que no vaya, déjame quedarme a tu lado", pero eso era imposible. La abracé y ella me abrazó con aun más fuerzas, esa era la idea, ya tenía su confianza.
- Ve a casa - le dije
- ¿Nos vamos a volver a ver?
La solté y mirándola a los ojos le dije con mi más honesto tono:
- Te acompañare a soñar
- ¿Me lo prometes?
- ¡¡Javiera!! - la voz de una mujer sonó a la distancia
- Te lo prometo - respondí calidamente
- ¡Javiera! ¡¿Que haces aquí?!
Una mujer demacrada, con señales de violencia por todo su cuerpo, signos de cansancio en su rostro y una fetidez a cloro tomó por el brazo a la pequeña niña y descaradamente la comenzó a arrastrar en dirección a lo que seguramente seria su casa, Javiera solo miró para atrás con el pánico en su rostro y moviendo la mano se despidió:
- ¡Chao!
Moví la mano en señal de despedida y luego di media vuelta y camine hasta mi casa, allí escribí una nota y cerrando los ojos me coloqué a dormir...

Desperté en mi casa, en la ventana el cielo ya estaba oscuro, no sabia que había pasado pero había perdido todo el día. Revise el departamento y no encontré a nadie, pero encima de mi velador había una nota que citaba:

"Despertare a las 3 A.m. y saldré hasta tu turno, olvida a la niña. ATTE. Tú"

Esta bien, no tengo más remedio, de todas formas lo hará, por mi que se joda si no se cuando despierto...

Desperté; y pensar que yo misma pienso que tengo doble personalidad o algo así, cuando tomo total conciencia recuerdo todo, pero cuando "duermo" solo recuerdo lo que hago como persona normal.
Era mi turno de obtener respuesta, ahora sabría al menos quien rayos era esa niña y porque lograba ver mi forma real.
Salí por la ventana, no me importaba que alguien me viera, como era día de semana nadie estaría fuera y aunque alguien me viese por la ventana, seguramente nunca le creerían, hay que aceptar que algunas personas están mal de la cabeza, si que es un punto a favor.
Durante el día le había echo una pulsera de lana que le había colocado en la muñeca, no era solamente un adorno, uno de mis cabellos estaba en ella si que sabia perfectamente donde se encontraba Javiera en ese instante. Me dirigí rápidamente al lugar, volaba sobre las frías nubes, la noche era clara, en poco tiempo las lluvias aparecerían; el viento golpeaba mi cara y agitaba bruscamente mis cabellos. Ya me encontraba sobre el lugar indicado, descendí discretamente hasta la ventana de la niña, allí se encontraba serena durmiendo con expresión relajada, su aire celestial se veía aun mas acentuado.
Entré, seguramente aquella imagen de la silueta de un ser alado seria para un cuadro, lastima que nadie lo retratara y aunque lo hiciese, no tendría mas destino que la muerte.
Me acosté a su costado y la abracé suavemente, estaba tan cálida, respiraba algo atareada, tendría seguramente una pesadilla, eso me interesaba aun más. Cerré los ojos y compartí sueños, entré en su pesadilla...

"Sangre" fue lo primero que vi, una habitación pintada con manchas de sangre de lo que seguramente habría sido el asesinato mas macabro que alguien podría ver, estaba entrando en la mente de una asesina, no era una niña.
Cadáveres, en mis pies el agua con manchas rojas hacia flotar cuerpos sin miembros, cabezas sin ojos, sin boca, sin nariz y sin oídos y un llanto abordaba el silencio, era ella: Javiera.
Caminaba con una manta cubriendo su pequeño cuerpo, una manta completamente blanca, mientras paseaba por lo que ahora era una inocente habitación de niña; de golpe llego la mujer que la había ido a buscar con el mismo aspecto que yo la vi y esta le decía a aquella niña:
- Nos tenemos que ir de aquí ¡Ahora!
- Marta... - respondía Javiera con voz temblorosa
- Muere - dijo la voz de una mujer
Marta cayó de espaldas con su cabeza partida y sus muñecas cortadas, Javiera solo observó la imagen con el horror en su rostro, sus pequeños labios comenzaron a tiritar y con un tono muy bajo comenzó a repetir:
- No... no... no... - se tapó los oídos - ¡¡Nooo!!
Cambio de imagen, ahora en una plaza completamente desconocida jugaba Javiera sola, completamente sola con su muñeca la cual no tenía ojos, mientras jugaba la muñeca perdió la cabeza y unas gotas de sangre salieron de su hueco cuello al igual que de sus ojos, sus muñecas, su pecho y de su ahora gran sonrisa. La niña corrió con su muñeca a donde se encontraba su madre y con una extensa sonrisa en su rostro se la mostró.
- ¡Mamá mira!
- Hija... ¿Que has echo? - respondía su madre
Pero cambió, la imagen de su madre pasó a ser otra, era alguien mas joven y con una expresión mas jovial, y acariciando la cabeza de la niña le dijo:
- Bien echo, ahora no hay más niñas adoptadas; puedes ir a tu habitación
- ¡Si mamá!
Volvimos a la misma habitación del comienzo, la sangre vertida en las paredes, cadáveres en el suelo y el sollozo de una niña que invadía la habitación, en el medio estaba Javiera quien al acercarme un paso levantó la cabeza, me observó con detención y casi gritando me pregunto:
- ¿Tú eres mi ángel?
Su sueño me había dejado algo shockeada, no por las tan traumantes imágenes si no más bien el hecho de que estuviesen en una niña como ella, o quizás era que yo interfería en el sueño, no importaba, ahora ella tenía contacto conmigo, debía responderle:
- No, no lo soy
- ¿Entonces por que estas aquí?
- Por que te prometí que te acompañaría a soñar
- ¿Entonces eres mi ángel?
- No
El silencio perduro, su subconsciente no proyectaba otra escena que no fuera en la que manteníamos contacto, quizás había pasado demasiado tiempo dentro de ella.
- Despierta - le dije
- Estoy despierta
Típico, los sueño son una extensión de la realidad, por esa misma razón cree que esta despierta, aunque lo deseara no podría demostrarle que era un sueño haciéndola recordar la realidad, no existían sus recuerdos allí, no de la manera que los necesitaba. Decidí yo salir del sueño pero necesitaba despertarla para poder obtener respuestas que ganaría cuando su subconsciente y conciente se conectaran al despertar, si allí lo único que había era muerte, eso le daría.
La piel se me comenzó a caer, para mi el dolor allí si existía, no de la manera común, era otro tipo de dolor que si se siente en los sueños; Javiera comenzó a observar el acto aterrorizada, seguramente así me debí haber visto yo cuando observe lo mismo que ella veía ahora. La carne de mis brazos, piernas y estomago estaban flotando en el agua, la de mi cara aun no terminaba de despegarse, la rosada piel rebosante de mi sangre la tenían pasmada, la repugnancia la hizo vomitar hasta el punto de que la bilis ya no le alcanzaba. Me acerque a ella y le entregue en su manita mi ojo que recientemente se me había caído, su rostro de terror era cautivador, sus ojos abiertos a más no poder y sus labios tiritones, un grito fulminante la ahogo hasta su muerte o su nuevo despertar...

"Imágenes", "Recuerdos","Memorias" se presentaban en mi cabeza, luego las iba a analizar.
Javiera se despertó tapada en sudor frío, con la respiración agitada y la mirada alarmada, su rostro permanecía al lado del mío, yo la mantenía observando cuando se dio cuenta de que me encontraba al lado suyo, acostada y abrazándola, primero me observo con asombro y luego me abrazó y comenzó a llorar como pequeña niña que era, seguramente se alegraba de que siguiera con vida; lo único que pude hacer fue darle un beso en la frente y acariciarle la cabeza. Pude escucharle decir con voz quebradiza:
- No me dejes sola - continuaba llorando - tengo miedo, mucho miedo...
No pronuncié palabra alguna, yo no mentía, si le decía que nunca la dejaría sola estaría faltando a mis principios, a mi orgullo, a mi misma.
Algo me rozó el brazo, algo caliente, muy caliente, quite rápidamente mi brazo del lugar observe que me había quemado, solo era el cuello de Javiera que al parecer tenia una gargantilla... "Gargantilla", ¡eso es!, debía saber que era, es bien sabido que hay muchos tipos de objetos en el mundo.
- ¿Me dejarías ver tu collar?
Javiera me soltó, se sentó y seco las lagrimas.
- Bueno
No se saco la gargantilla para mostrármela; la toque levemente y lo sentí, nuevamente como algo me quemaba. El colgante era una rosa de plata que tenia algo escrito en cada uno de sus pétalos, no eran palabras que yo entendiera además de que eran muy pequeñas, el colgante mismo poseía un diámetro de 1 cm. aproximadamente. Debía comprobar algo más.
- ¿Puedes quitártelo?
- Pero mi mamá me va a retar - decía con la cabeza gacha
- Solo será un segundo, nada más, te haré un pequeño truco - la calmé
Me observo como pidiendo piedad y yo solo le sonreí, acto seguido se quito el collar y con asombro me preguntó:
- ¿Como hiciste para tener el pelo negro?
- Son los secretos del mago - guiñe el ojo - vuelve a colocarte el collar
Volvió a colocarse el collar y nuevamente quedo maravillada.
- ¡Genial!
Si, realmente genial, ya tenia la respuesta del porque me podía observar, ahora solo queda averiguar de donde saco aquel extraño collar.
- Javiera, ¿donde conseguiste ese collar?
- ¿Este? Me lo dio mi...
Su semblante decayó de golpe, volvían a brotar lagrimas de sus ojos, al parecer esa gargantilla si tenia historia y al parecer, una triste para contar, pero no le exigiría a una niña tan pequeña que me la contara, ella misma lo haría cuando deseara, pero si debía tener una pequeña pista.
- ¿Es heredado?
Entre sus sollozos pude escuchar el "Sí" que necesitaba, no importaba si venia de padre o madre, eso pronto lo averiguaría.
La mantuve entre mis brazos hasta que se volvió a dormir, debía ser una tortura para ella tener semejantes sueños, realmente esta niña era muy interesante y descubriría el porque.
Me levante sin despertarla y comencé a observar su habitación, era la común habitación de una niña de ocho años, algunas muñecas, varios libros con muchos dibujos, juguetes, calcomanías en la pared, un ojo en un frasco... ¿Un ojo en un frasco? así era, estaba algo oculto pero lo encontré, era un ojo humano en un frasco lleno de liquido, su iris era de color café, ¿Porque rayos una niña tiene un ojo en su habitación?
"Pasos", alguien subía por las escaleras, era mi hora de marchar, salté por la ventana, extendí mis alas y me eleve hasta las nubes, debía encontrar un lugar sereno para unir todas las piezas.

- ¡Botis! ¡Mucho tiempo sin verte!
- No se si pueda decir lo mismo ¿Que quieres?
Frente a mi se encontraba el demonio Botis, no debía hacer presentación alguna pues fue el quien se presento ante mi.
Estaba yo tranquilamente sentada sobre una roca esperando algún tipo de invitación a la fiesta que se estaba celebrando cerca, todo a mi alrededor era desolador, frío, muerto, esa era solamente una parte del infierno, pero era mi parte favorita porque el silencio era prolijo, nadie molestaba excepto Botis.
- Vine a ver si me podía divertir un rato
- No estas invitada
- Esperaba una invitación de tu parte
- No te la daré
- Bueno, entonces me voy
- Espera - me retuvo - claro que puedes tener una invitación
Lo miré con recelo.
- No trabajo para nadie, que te quede claro
- ¿No deseabas divertirte? Te daré tanta diversión como desees
- Tu jefe me puede hacer una mejor oferta - me burlé
- Yo no tengo jefes niñita - sonrió - ¿Entonces aceptas?
- No - me solté - además Astaroth iría contra ti
- A el no le interesan sus juguetes - rió
Extendí mis alas y me elevé mientras me despedía diciendo:
- Quizás no le interesen sus juguetes pero estoy segura que no perdería su llave maestra
Así es, yo era una llave maestra para abrir cualquier tipo de "puerta" sin importar cual fuese, alguien o algo como yo era más invaluable de lo que se puede llegar a expresar, mucho mas de lo que Botis era.
Esta bien, no tenia invitación para entrar a esa fiesta, estaba segura de que no era el Sabbath pero no importaba, no era tan indispensable saber todo lo que ocurría en el infierno, después de todo yo no era de ese lugar, yo pertenecía a un lugar aun mas lejano, mucho mas lejano.
Salí de ese lugar y volví a la tierra, no ahí forma que describa el como, solamente lo hice.
Era momento de pensar, sentada en unas rocas que estaban siendo golpeadas por el agua marina me encontraba, el sonido del agua me mantenía pensativa, era momento de comenzar a armar el rompecabezas de Javiera...

Tal como lo había sospechado, los traumas presentados en su sueño no fueron simples recuerdos, eran también premoniciones del futuro como suele pasar en los sueños, su madre la estaba formando con su futuro oficio de una manera muy cruel o mejor dicho "humana", estaba siendo saturada hasta su limite con pruebas físicas y psicológicas, en ambos casos la dejaban traumatizada, su única compañía era la muerte que al parecer, nunca la dejaría de visitar.

Volví a aparecer a la semana siguiente, encontré a Javiera en el mismo lugar que la primera vez, ahora parecía una niña desnutrida y muy maltratada física y psicológicamente, su madre le hacia eso, estaba segura pues lo había visto durante la semana que pasó, aun así no se lo mencionaría a Javiera, al parecer su alma pura corrompida me había cautiva un tanto, pero no lo suficiente como para olvidar mi principal objetivo.
La gargantilla provenía de la familia de su madre, linaje manchado de almas ajenas, aun comprendiendo que viene de una familia de asesinos mas que naturales, no me encajaba el porque ese objeto, al parecer único, lo poseía aquella familia, algo no encajaba en todo esto.
Sus grandes ojos ya sin alegría eh inocencia infantil me observaron fijo y se iluminaron en mi reflejo, una sonrisa se dibujo en su rostro y corriendo se lanzó a mis brazos, yo la abracé de manera tierna y le acaricie la nuca mientras ella entre sollozos decía:
- ¡Volviste! ¡Volviste! No me dejes sola por favor
Era normal que reaccionara así, al parecer en mi había visto a su salvadora o al menos residía como su esperanza de "algo mejor".
La calmé colocándola en mi espalda y comprándole un helado de chocolate, luego la acompañe a jugar como la vez pasada y mientras nuevamente se comía otro helado me dijo:
- Odio a mamá
Me tomaron por sorpresa sus palabras.
- ¿Por qué la odias?
- Porque ella es mala, me hace cosas malas
- ¿Que te hace?
Ya era obvio que yo sabia, pero no debía dejar saber mis conocimientos, claro que luego comprendí que quizás no fue la mejor manera, los ojos de Javiera se llenaron de nuevo de lagrimas y poco a poco comenzó a presentarse su llanto.
- ¡Espera! ¡No pienses en ello! Dime... ¿Te gusta la playa? - intenté calmarla
Ella se secó las lágrimas y dándole un mordisco al helado y tragándoselo dijo:
- Si... - se silencio unos segundos - ¿Nee?
- ¿Que pasa?
- ¿Tu haces magia negra?
- Si ¿Porque la pregunta?
- ¿Me harías un favor?
Ya estaba claro, cualquiera lo sabría, me pediría que hiciera vudú o algún tipo de maldición, seguramente a su madre, algo de esperarse; yo no podía ocupar de esa manera mi ser, no la podía ayudar como ella quería, al parecer no podía ayudarla.
- ¿Que quieres?
- Hacerle algo malo a mi mamá
Si fueras mas especifica...
- ¿Que quieres hacerle?
- No sé, pero algo para que no me haga más lo que me hace porque... - sollozó - no me gusta
- Quizás haya algo pero...
Corté mi frase, claro que había una manera de que eso ocurriese pero me influiría muy negativamente y tampoco quería que siendo tan pequeña votara por la segunda opción, vender su alma y tampoco quería que recurriera a "otros especialistas" que seguramente serian unos farsantes.
- ¿Tienes más familia? ¿Amigos?
- Si, pero... ya ni los veo
"No volveré a sacrificar nada por nadie" esa frase estaba muy clara dentro de mi mente, ella debería sacrificarse completamente, estaba claro lo que debía hacer, yo solo era un intermediario, nunca más cumpliría el papel de vendedor, solo era el médium para completar la transacción.
- Javiera - la mire seriamente - voy a tomar la vida de tu madre, la de tu familia y la de tus amigos y se la voy a entregar a la muerte, pero a cambio me debes dar esa gargantilla tuya y así mataras todo lo que te involucre con tu pasado
Espere su respuesta, parecía confundida, no le podía pedir tanto a una niña de ocho años, aun así sabia que era perfectamente capaz de entender lo que decía, ahora era decisión de ella.
- Acepto - pronunció con firmeza
Una respuesta que hubiese sorprendido a cualquiera menos yo en mi situación.
- ¿Segura? No hay vuelta atrás
- ¡Si!
- Bien, ahora vamos donde tu madre
- Pero...
La tomé de la mano y comencé a arrastrarla hasta su casa, ya sabia donde quedaba si que no tuve problema en llegar hasta ella; como esperaba, su madre no se encontraba pues estaba "trabajando" si que esperamos hasta su llegada.
- ¿Que le vas a hacer? - me pregunto Javiera
- Matarla ¿no estaba claro?
- ¿Cómo?
Buena pregunta, aun no lo sabia, solo estaba segura de que moriría; para que yo me viera menos afectada mi "cliente" debía tener más partido en la escena si que lo decidí rápidamente, la causa de la muerte de su madre.
- Tú, tú la mataras
- ¡¿Qué?! - se exaltó
"Hora de llegada", su madre entró por la puerta y nos observó sentadas en el sillón con gesto amenazador, llevaba un vestido muy escotado y su aroma era una mezcla de perfume de hombre y de mujer.
- ¿Quien eres? - me preguntó amenazante
- Tu hija me a pedido que te mate pero no lo haré
- ¿Que?
Observó a Javiera con ira y tomándola del brazo la lanzó contra un mueble que allí había, unas copas de cristal cayeron al suelo enterrando sus afilados trozos en su pequeño cuerpo, acto seguido se dirigió a mi pero antes de poder tocarme un gran tozo de copa se estrelló contra el rostro de la mujer dejándole una gran herida sangrante, observo a quien se lo había lanzado, Javiera estaba aterrorizada por su acto y comenzó a correr por la casa, su madre la seguía con mucha rapidez. Algo había en el refrigerador que sacó Javiera y luego tomó un cuchillo, al instante su madre la alcanzó y tomándola del cuello la comenzó a estrangular, la pequeña se defendió enterrándole el cuchillo en el ojo a su madre la cual la soltó y gritó de dolor, alcanzó a tomar un cuchillo y se lo inserto a la niña con fuerza en el estómago al mismo tiempo que esta le disparaba en la frente a la mujer; ambas cayeron y mancharon las baldosas con su espesa sangre, yo solo observaba, no era yo quien debía interferir.
La mujer ya no tenia escape a su destino, en cambio Javiera aun tenia posibilidades de vivir y así iba a ser, le coloque una de las plumas de mis alas en la abertura que tenía en su estómago, chillaba y lloraba de dolor pero en cuanto la pluma hubo entrado en la herida esta se calmó, la sangre y el dolor se detendrían por media hora, lo suficiente para que una ambulancia llegara y la salvara.
Me tomó la mano ya cubierta con su sangre y me observo como si fuese yo una maravilla, entonces con una sonrisa en su rostro me dijo:
- Si eres mi ángel de la guarda
- Si lo fuese no estarías herida o al menos me quedaría a tu lado, pero me tengo que ir - le besé la nuca
- ¿No te quedaras a mi lado? - pregunto con tristeza
- No
- Pero tú dijiste...
- Nunca dije que me quedaría a tu lado
Me observo como si le hubiese quebrado la ilusión lo cual no dudo que pasara, pero mi papel allí había acabado. Tomé el collar con un pañuelo y lo guarde en uno de los bolsillos de mi chaqueta. Decidí que debía decirle las ultimas palabras, aunque quizás las entendiera cuando creciera, aun así debía decírselas; seguramente no la volvería a ver, no había motivo de volverla a ver.
- Quiero que sepas que ya no tienes a nadie en este mundo, eso me incluye - su gesto era desolador - tu familia y tus amigos... ya no tienes nada, ni siquiera tienes una casa. Ahora te asignarán a un tutor, pero necesitas saber que esto que hice hoy por ti solamente te quitara el pasado, no el futuro. Espero logres algún día encontrar tu felicidad y cuando lo hagas, no la dejes escapar - le acaricie el rostro
- Tu me haces feliz - me sujeto la mano
- Olvídate de mí - le di un beso en la frente - Adiós
Me levante y salí de la cocina, fui hasta el segundo piso para salir por alguna ventana en que no hubiese ninguna persona observando, mientras iba pude escuchar los desesperados gritos de esa pequeña niña:
- ¡No! ¡Por favor no te vayas! ¡No me dejes sola! ¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Yo quiero estar contigo! ¡Soy feliz contigo, por favor quédate! ¡¡NOOOO!! Por favor...
Su llanto era desconsolador, me estremecía, un escalofrío me invadió sabia exactamente que le esperaba, un destino tan cruel como el que le quite, quizás nunca debí haber llegado a su vida o quizás debí haber llegado para quedarme...

Patrullas y ambulancias había fuera de la casa, el cuerpo de la niña esta siendo transportado con rapidez desde la cocina hasta la ambulancia, un tumulto de gente estaba agrupada alrededor de la escena, yo la veía, la media hora ya casi acababa y el dolor la volvería a sucumbir, ese parecía un accidente cualquiera pero no lo era y yo lo sabia, y lo veía todo a una distancia prudente escondida en el ya oscuro cielo.
"Llegó", lo vi, en ese momento supe que el seria su siguiente tutor, no sabia si seria mejor o peor que su madre, lo único que sabia es que el si la iba convertir en una cazadora de vidas; era fácil de saber, un asesino no puede escapar de su sangre, al menos ellos no la dejaran escapar y él era uno de "ellos".

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